La semana laboral de cuatro días está en camino de convertirse en una realidad global

España, Nueva Zelanda y Japón ya han comenzado a explorar los beneficios potenciales de una semana laboral más corta. Si bien la semana de cuatro días ganó popularidad a raíz de la pandemia, la idea no es nueva. En Estados Unidos, los políticos han intentado varias veces dar el paso.

Crédito: Alex Kotliarskyi

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Richard Nixon fue uno de los primeros en predecir en 1956 que una semana laboral con un día menos sería «en un futuro cercano». Años más tarde, el entonces presidente Jimmy Carter habló de los beneficios ambientales, argumentando que la semana de cuatro días ahorraría energía e instó a las empresas a adoptar el sistema.

Entonces parecía inevitable. Y con razón, no sólo los trabajadores lo exigieron, sino que los empresarios y hasta los presidentes lo consideraron necesario. Sin embargo, algunos especialistas creen que la recesión de las décadas de 1970 y 1980, y luego de la década de 2000, es la razón principal por la que se retrasó tal medida. Las empresas tenían que compensar el dinero perdido y recuperar la eficiencia de sus empleados. Varios factores, como la crisis sanitaria provocada por la pandemia, el teletrabajo y el síndrome de agotamiento profesional conocido como “burnout”, han llevado a gobiernos y grandes empresas a reconsiderar esta medida y los resultados pueden ser alentadores para el futuro.

Crédito: creadores de la campaña

Semana de 4 días: resultados generalmente positivos

Islandia se ha convertido en uno de los pioneros en acortar la semana laboral. Desde 2015 estudian la transición de los fines de semana a 2 o 3 días libres. Para sorpresa de muchos, la productividad se ha mantenido o incluso mejorado en la gran mayoría de los lugares de trabajo. Para algunos empleados, las horas de trabajo se han incrementado de 40 a 35 horas por semana. Como resultado, varios sindicatos presionaron por jornadas laborales más cortas pero con el mismo salario.

Desde que Islandia compartió sus inesperados y positivos resultados sobre la semana laboral de cuatro días con el mundo, se ha producido una especie de efecto dominó en otros países que también querían hacerlo. Así fue como España, Nueva Zelanda e incluso Japón decidieron probarlo en casa para ver si los hábitos de sus trabajadores les permitían obtener los mismos beneficios.

Dicho esto, algunos países pioneros notaron varios inconvenientes de la semana de 4 días. De hecho, con un día de trabajo menos, a menudo es más difícil para los gerentes planificar actividades y reuniones grupales, ya que todos tienen días más ocupados y particularmente intensos. Asimismo, muchos se han dado cuenta de que comunicar información entre compañeros de un equipo a otro se ha vuelto más complicado. Además, un estudio de Gallup encontró que los empleados se sentían más conectados con su jefe, haciéndolos más distantes, y su tolerancia hacia su trabajo era mucho menor, un elemento negativo para las empresas que valoran la lealtad de los empleados.

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Fermín Cabanilla

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