A sus 31 años, aquí está Yassine Bounou en la leyenda de la Copa del Mundo. Un gran logro para el hombre que nació en Montreal, Canadá, y que descubrió el fútbol en Marruecos a los 8 años, con Wydad Casablanca. Descubierto a los 17 años por el Niza, que no lo reclutó por problemas burocráticos, debutó a los 20 años con el Wydad, su club favorito, frente a casi 80.000 seguidores en el estadio olímpico de ‘El Menzah. En 2012, al final de su contrato, el joven Yassine se fue a Europa. Firma por el Atlético de Madrid como tercer portero. Titular con el filial, enceró el banquillo en el profesionalismo, donde vio de lejos la coronación en LaLiga y la (perdida) final de la Champions League en 2014.
Falsamente reconocido, el hijo de un ingeniero estatal partió para volver a ser cedido al Zaragoza en Segunda División (2014-2016) antes de ser traspasado al Girona (2016-2019), donde participó del ascenso del club. Fue entonces cuando llamó la atención del Sevilla FC. Cedido en la 2019-20, Bounou aprovechó la lesión de Tomas Vaclik para ganar en la jaula andaluza. Pero debe su fama a la epopeya victoriosa del rojiblancos en la Europa League en el verano de 2020. Sevilla «me permitió hacerme un nombre a nivel mundial, como un portero importante a nivel europeo», explicó el portero el pasado mes de abril, que hizo entrega del trofeo Zamora, que se otorga al mejor portero de LaLiga (24 goles encajados en 31 partidos la temporada pasada, incluidos 13 porterías a cero). Un galardón que consiguió por delante de Jan Oblak y Thibaut Courtois, ganadores de ocho de los últimos nueve trofeos Zamora.
«Experto en música. Amante malvado de la cultura pop. Creador sin disculpas. Amigo de los animales en todas partes».