Menos recursos hídricos y crecientes necesidades de riego: el país se enfrenta a «una situación insostenible», señala Felipe Fuentelsaz, director de WWF España para el Parque de Doñana, símbolo de la escasez de agua en España.
Esta emblemática reserva de Andalucía (sur), mezcla de dunas, bosques y lagunas, fue hogar de enormes colonias de aves que venían a descansar en su viaje entre Europa y África. Hoy es casi un desierto, donde las cigüeñas y los flamencos son raros.
«Doñana está en un estado crítico (…) Durante dos años apenas llovió. Sin embargo, los agricultores siguen extrayendo cantidades ingentes de agua de las aguas subterráneas», suspira Felipe Fuentelsaz, señalando las polvorientas llanuras que ahora forman la mayor parte de la reserva
Según el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España, el 59% de las lagunas de esta zona Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO están secas. Y el problema puede empeorar, hasta volverse irreversible.
A pesar de las advertencias, el Partido Popular (PP, derecha), en el poder en la región, presentó a principios de marzo un proyecto de ley, respaldado por la extrema derecha, destinado a regularizar el cultivo ilegal de frutos rojos en los alrededores del parque.
Según WWF, esto podría conducir a la legalización de 1.500 hectáreas de cultivo, en gran parte regadas por pozos clandestinos, en la provincia de Huelva, la principal región exportadora de fresas de Europa.
«Agarrando Voces»
Este texto responde a una «legítima petición» de los agricultores para «acabar con la injusticia», defiende Manuel Andrés González, diputado del PP por Huelva.
En 2014, la región, entonces dirigida por los socialistas, había regularizado 9.000 hectáreas para restablecer el orden en el cultivo de la fresa tras años de auge anarquista. Pero «cientos de campesinos» fueron «excluidos», subraya el parlamentario.
Argumentos rechazados por Rocío del Mar Castellano, alcaldesa de izquierdas de Almonte, que considera «peligroso» el proyecto.
«Ya no hay agua, ¿cómo se puede pretender que aumenten los regadíos? ¡El PP vende sueños para recoger votos!», bromea la diputada electa de este municipio en pleno Parque de Doñana.
A medida que se acercan las elecciones municipales y autonómicas del 28 de mayo, primera vuelta de las elecciones parlamentarias de fin de año, la tensión entre el presidente del Gobierno socialista, Pedro Sánchez, y el líder nacional del PP sobre este tema se ha incrementado aún más. , Alberto Núñez Feijoo.
“No estamos tocando Doñana, es el legado de los españoles”, martilleó Sánchez, denunciando la “negación climática” de la derecha. Un aviso desde Bruselas, que conlleva el riesgo de sanciones contra España.
Doñana «no es de Sánchez», respondió el líder del PP, acusando al presidente del Gobierno de perpetuar la polémica para ocultar su inacción en política hidráulica.
En caso de victoria de la derecha en las elecciones nacionales, «llevaremos agua donde no la hay», prometió.
«Ver la realidad»
Ante las amenazas de Bruselas, el PP se ha declarado abierto a ajustes… sin desistir de su proyecto. «Pedro Sánchez nos ataca con fines electorales», justifica Manuel Andrès González, que asegura que los socialistas electos de Doñana están «ni mucho menos» todos «en contra» del texto.
De hecho, para Pablo Simón, politólogo de la Universidad Carlos III de Madrid, la ofensiva de Sánchez sobre el problema climático no está exenta de segundas intenciones: le permite «reposicionarse en el eje que le conviene, un eje derecha-izquierda, en el que tiene más que ganar que perder», dijo.
Pero para los ecologistas, también refleja una conciencia. En Doñana, como en otros lugares, “se está sintiendo el impacto del cambio climático (…) Nuestro modelo de gestión del agua está mostrando sus límites”, afirma Julia Martínez, experta de la Fundación para una Nueva Cultura del Agua.
Ante la sequía histórica que afecta al país, el Gobierno anunció la semana pasada una dotación de 1.400 millones de euros para construir infraestructuras destinadas a desalinizar agua de mar o reutilizar aguas residuales para riego.
En España, el 80% de los recursos de agua dulce son consumidos por los agricultores, que exportan grandes cantidades de frutas y hortalizas.
«Algunos se niegan a ver la realidad. Pero ya no podemos seguir siendo la huerta de Europa, es una irresponsabilidad», subraya Julia Martínez, que pide un «cambio drástico de política», con una fuerte caída de las zonas de regadío, para evitar una «shock hidrológico».
Un riesgo que ahora se está tomando en serio en Doñana. «Hay que escuchar a los científicos» y «no jugar con fuego», escribe Rocío del Mar Castellano: «el cultivo de fresas es importante. Pero si desaparece el agua, no tendremos fresas».
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