Esta es, sin duda, una de las cuestiones más destacadas que se plantean hoy a la luz de los resultados de las últimas elecciones municipales españolas y las perspectivas de victoria de la derecha en las próximas elecciones parlamentarias. ¿Resistirá el eje Rabat/Madrid, construido con paciencia bajo el liderazgo del rey Mohamed VI y el presidente del Gobierno Pedro Sánchez y que ha dado lugar a una asociación multidimensional entre ambos reinos, las turbulencias electorales españolas?
De hecho, las últimas elecciones locales en España, que marcaron la retirada de la izquierda del poder en España, provocaron una enorme agitación política en la región mediterránea.
Y si la derecha española, respaldada por la extrema derecha que ahora corre vientos favorables, vuelve al poder en Madrid, ¿es posible que el Reino de España reescriba sus relaciones internacionales y revise las alianzas estratégicas trazadas por Pedro Sánchez?
En este contexto, la atención se centra en el tema que recientemente ha cambiado las líneas de la política española en la región. El reconocimiento de la soberanía de Marruecos sobre su Sáhara por parte de Madrid, que generó una crisis sin precedentes con el vecino argelino para el que España salió de su legendaria neutralidad y tomó hechos y causas para Marruecos.
Para castigarla, el gobierno argelino ha decidido congelar todas las transacciones comerciales excepto la crucial en el contexto de la guerra internacional, la relativa al gas. El riesgo para Argel no es sólo perder un valioso aliado en la región, sino provocar una crisis general con toda la arquitectura europea que, solidaria con España, toma muy débilmente el enfoque punitivo de Argelia.
Teniendo en cuenta estos elementos, debemos leer y descifrar el entusiasmo de las autoridades argelinas ante la derrota de la coalición que llevó al poder a Pedro Sánchez. Para ella, tragarse esta derrota presagia necesariamente la gran reconfiguración política de la primavera cuando la derecha española asuma el poder en las elecciones parlamentarias previstas para el 23 de julio. Para Argel, existe la esperanza de que la diplomacia española se guíe por el buen retorno al gran punto de inflexión del acercamiento a Marruecos.
Sin expresar la menor preocupación por esta evolución política del vecino español, las autoridades marroquíes están convencidas de que, sean quienes sean los nuevos dueños de Madrid, es poco probable que reconsideren la decisión estructurante de la diplomacia española de acercarse a Marruecos y con ella una asociación estratégica multidimensional.
Rabat plantea la idea, que también es relevante, de que el ataque español al Magreb no se hizo por un capricho o un capricho del momento, como les gusta confirmar a ciertos medios argelinos. Tal decisión, de nefastas consecuencias para todo el país, fue cuidadosamente sopesada, sopesada y evaluada con paciencia antes de ser ratificada por el poder político. Una decisión que afecta a todo el espectro del poder español no se puede borrar de un plumazo porque el país ha cambiado de mayoría gobernante.
En apoyo de esta manifestación y de esta certeza marroquí, el hecho indiscutible de que los españoles, en su gran diversidad política, han encontrado vital para su economía y su seguridad desarrollar esta alianza con Marruecos y corren el riesgo de enfadar al vecino argelino de realizarla.
Esta asociación multifacética, que incluye un fortalecimiento de la cooperación económica, que ha dado un paso de gigante, y también incluye una asociación de migración, que ha ayudado a los dos países a organizar de manera inteligente y eficiente tanto la organización de la inmigración legal como la lucha contra la inmigración ilegal. , una carga para ambos países y un desafío común a su seguridad.
Rabat y Madrid también colaboran estrechamente en otros sectores clave para su bienestar, la lucha contra las organizaciones terroristas, el crimen organizado, las redes de narcotráfico… tantos temas sensibles que no deberían ser rehenes de un voto político.
Si la derecha llega al poder en España, las palabras y las actitudes sin duda pueden cambiar y ser percibidas como diferentes a los discursos de la izquierda, pero el corazón del reactor, a saber, el pleno apoyo de las autoridades españolas al proyecto de autonomía propuesto por Marruecos para Terminar con esta discordia regional no se tocará.
Las dos capitales, Rabat y Madrid, parecen haber iniciado una sucesión de alianzas estratégicas que no tiene marcha atrás. Independientemente del equipo que esté en el poder, sin duda son posibles pequeños ajustes que permitan que el eje Madrid-Argel recupere algo de calor, pero la marcha atrás para retomar un problema tan crucial como el Sáhara marroquí parece imposible de imaginar.
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