A lo largo de la carretera que une Capbreton con Seignosse, en las Landas, es imposible pasarlos por alto. Desde principios de verano, a lo largo de más de diez kilómetros, decenas de pancartas han colgado «No a la línea de muy alta tensión de 400.000 voltios». estaban adheridos a las fachadas de casas y negocios, empujados hacia la parte trasera de los automóviles o colgados de los pinos.
En el origen de esta movilización estuvieron los temores suscitados por un proyecto que consistía en enterrar una línea eléctrica de 400 kilómetros de longitud entre Burdeos y Bilbao, en España, para promover el intercambio de energía entre Francia y España. Los permisos finales deberían llegar poco antes del inicio de las obras, previsto para principios de octubre.
Con una capacidad de 2.000 megavatios y una tensión de 400.000 voltios, la conexión, con un coste de 3.000 millones de euros, deberá ser realizada por el operador francés Réseau de transport d’electricité (RTE) y la española Red Eléctrica de España (REE) , 270 kilómetros bajo el mar y los 130 kilómetros restantes bajo tierra, atravesando la Gironda, las Landas y los Pirineos Atlánticos.
En las Landas, la línea discurrirá veinte metros bajo tierra, excepto bajo las dos playas de la región, donde quedará enterrada a diez metros de profundidad. Estos cables eléctricos pasan incluso por debajo de un carril bici y deben recorrer menos de cien metros en un centenar de viviendas y de diez a quince metros en unas pocas decenas de viviendas.
Expuesto a ondas magnéticas
Una proximidad que está en la raíz de todas las preocupaciones. En Capbreton, una ciudad de 10.000 habitantes, Emmanuelle Gourlet fue la primera residente desplegar pancartas frente a su casa. “El trazado actual prevé que la línea atraviese el bosque que se encuentra a unas decenas de metros de mi casa, donde suelo pasear con mis hijos. Estaremos expuestos diariamente a ondas magnéticas sobre las que no tenemos perspectiva.ella se queja.
Tan pronto como se anunció el proyecto en enero de 2021, se formó un colectivo llamado «Stop THT 40», que reúne a varios miles de residentes, como Emmanuelle, que ahora hacen campaña por una ruta alternativa. “No estamos en contra del proyecto, cuya importancia entendemos, pero proponemos una ruta diferente, más alejada de las zonas urbanas. Es un proyecto de una escala sin precedentes, no queremos que nos utilicen como conejillos de indias”.explica Bernard, ingeniero eléctrico jubilado, también miembro del colectivo, que no quiere revelar su apellido. “Estoy absolutamente en contra de cruzar la línea del carril bici Bénesse-Maremne-Capbreton”afirma el alcalde de Capbreton, Patrick Laclédère, que tampoco está en contra del proyecto, pero quiere un recorrido diferente, más alejado de las casas.
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