Desde las elecciones parlamentarias del 23 de julio, la política española está bloqueada. La igualdad entre derecha e izquierda no permite que un bando u otro investigue al primer ministro. Ninguno de los partidos políticos Partido Popular (derecha) o PSOE (socialistas) tiene una mayoría absoluta de 176 cargos electos. Estos son los separatistas catalanes del campo de Carlos Puigdemont quien tiene las cartas. El voto de los siete delegados independentistas puede marcar la diferencia.
“Exijo el fin de la persecución judicial con una ley de amnistía”. Con estas trece palabras, pronunciadas esta mañana en la sede del Parlamento Europeo en Bruselas, Carles Puigdemont coloca una pesada carga sobre los hombros del presidente del Gobierno saliente, Pedro Sánchez. Si este último quiere ser investido para un nuevo mandato, tendrá que aceptar una ley de amnistía que borrará todas las condenas legales que castigan a los separatistas desde el referéndum separatista ilegal del 1 de octubre de 2017.
Puigdemont, que no tiene confianza en los dirigentes españoles, exige que la ley de amnistía se vote, apruebe y promulgue antes del debate de investidura. Al mismo tiempo, exige que el gobierno español detenga todos los procedimientos en curso por parte del fiscal.
Una petición difícil de aceptar
Una amnistía general es complicada, si no imposible. Porque el proyecto de Puigdemont incluye tanto a líderes condenados como a activistas perseguidos. Si es posible indultar a un ex ministro por organizar un referéndum ilegal, es más complejo detener el proceso, por ejemplo contra una persona que apedreó a la policía durante los disturbios destinados a apoyar la independencia de Cataluña.
Sobre todo porque la derecha, gran parte de los medios de comunicación y por supuesto el sistema judicial están en contra de esta petición. El conservador Alberto Feijóo probará suerte ante el parlamento el 27 de septiembre para ser investido. No responderá a las exigencias de Puigdemont y, por tanto, no tiene posibilidades de conseguir una mayoría.
Por su parte, Pedro Sánchez quiere llevar las negociaciones con Puigdemont lo más lejos posible para intentar su toma de posesión en otoño. Los dos hombres tendrán que arreglárselas para llegar a un compromiso. Si las conversaciones fracasan, se celebrarán nuevas elecciones parlamentarias el 14 de enero.
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