Países Bajos se prepara para celebrar el bicentenario de su ‘renacimiento’ como reino independiente. Cuando el Congreso de Viena confirmó el trono de Guillermo I de Orange-Nassau en diciembre de 1815, éste ya había recuperado el poder hacía dos años…
El 30 de noviembre de 1813, el príncipe Guillermo Federico de Orange-Nassau pisó territorio holandés, que había abandonado 18 años antes, perseguido por las tropas francesas. Napoleón I está en completo desorden y se ha instalado un gobierno provisional en La Haya. Los notables que lo inventaron le escribieron a Londres invitándolo a asumir su liderazgo. Por eso William abandonó la fragata inglesa. El guerrero, llega hoy a Scheveningen. Luego viaja en un carruaje abierto a La Haya, donde es recibido por una multitud que lo vitorea…
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El hijo del último estatúder Guillermo V y la princesa Guillermina de Prusia renueva así el pacto que une a la Casa de Orange-Nassau con los holandeses desde el siglo XVI. Felipe II de España había intentado torpemente imponer su autoridad absoluta en los Países Bajos introduciendo la Inquisición y sus excesos. La nobleza protestante se unió contra este monarca extranjero y puso a su cabeza a Guillermo de Nassau, Príncipe de Orange. La secesión se completó en 1579. Las siete provincias del norte forman un nuevo estado, una confederación de repúblicas autónomas, encabezada por el mismo Guillermo el Silencioso con el simple título de estatúder – o teniente.
“Nuestra patria común se ha salvado, los viejos tiempos pronto renacerán”
Estas Provincias Unidas fueron invadidas por tropas francesas en 1795 y se convirtieron en la República de Bátava y luego el Reino de Holanda, bajo el cetro de Luis Bonaparte, uno de los hermanos de Napoleón.
Apenas regresado a la tierra de sus antepasados, William Frederik fue proclamado «príncipe soberano» el 2 de diciembre. Una de sus primeras acciones en los Países Bajos será publicar una proclama en la que asegura a sus futuros súbditos: «Nuestra patria común se ha salvado, la antigüedad pronto renacerá». Dos años más tarde, el Congreso de Viena lo confirmó como soberano de un reino de los Países Bajos, que luego se extendió a Bélgica y Luxemburgo.
Ahora que se ha convertido en el rey Guillermo I, será colocado en el trono nueva iglesia de Amsterdam, al igual que todos sus sucesores después de él. Esta «Iglesia Nueva», construida en estilo gótico siguiendo el modelo de la catedral de Amiens, quedaría despojada de todo decoro cuando triunfó el calvinismo en 1578. La Iglesia Nacional, a tiro de piedra del Palacio Real Dam, simboliza el alma del país mejor que cualquier otro santuario. En el siglo XVII los holandeses inventaron la república, mientras que toda Europa era monárquica. Y si han conservado hasta hoy su democracia real es porque esta «magistratura hereditaria» encarna bellamente su historia y su identidad, única autoridad independiente en caso de crisis política.
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