Al igual que las semanas de la moda, la economía tiene sus tendencias, sus fugas y sus ciclos que devuelven lo antiguo al sabor de lo nuevo. La gran diferencia es que nuestras vidas pueden ponerse patas arriba. Entonces, para los pronosticadores, 2023 será el nuevo 2008 o el nuevo 1973. Dos malas cosechas, dos malas noticias. Al igual que en 2008, año de la quiebra del banco Lehman Brothers y de la llamada crisis financiera «subprime», 2023 estará marcado por una fuerte desaceleración del crecimiento mundial. ¿De cuánto? Este es el debate entre los economistas, inmersos en la niebla provocada por la guerra de Ucrania.
Todos coinciden con sus predicciones con una cantidad inusual de advertencias y suposiciones: según nuestro comportamiento, ¿estaremos sobrios o no? – y el clima – un invierno duro sería un desastre – todo puede cambiar. Por tanto, la OCDE estima un crecimiento global del +2,2%, mientras que la aseguradora Allianz Trade (antes Euler Hermes) pronostica solo un +1,5%, al igual que en 2008. año horrible caracterizado por el colapso de los bienes raíces.
¿Estos números parecen positivos? No. Una vez que se eliminan los países que se están beneficiando del aumento de los precios del gas, o China, que debería continuar creciendo débilmente si la crisis inmobiliaria no lo sofoca, eso significa que todos los demás entran en estancamiento o recesión. A partir del año 1973, el 2023 pudo absorber el gran choque energético, el que obligó al mundo occidental hace cincuenta años
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