MADRID: Pedro Sánchez, que estuvo en el poder en España durante cinco años, fue reelegido por el parlamento el jueves como jefe de un país profundamente dividido por la decisión del primer ministro de conceder una ley de amnistía a los separatistas catalanes a cambio de su apoyo.
Tras dos días de tensos debates parlamentarios, el socialista, que ha demostrado en los últimos años que es capaz de sobrevivir políticamente, obtuvo los votos de 179 diputados, una cifra superior a la mayoría absoluta de 176.
«La confianza de la Cámara (de los diputados) está depositada en Pedro Sánchez», declaró la presidenta, Francina Armengol, entre aplausos de la bancada de izquierda.
La toma de posesión pone fin a casi cuatro meses de bloqueo desde las elecciones parlamentarias del 23 de julio y permitirá a Sánchez, de 51 años, formar un nuevo gobierno con sus aliados de la coalición de extrema izquierda Sumar.
Tras quedar en segundo lugar en las elecciones de julio, detrás de su rival conservador Alberto Núñez Feijóo, el primer ministro ha tenido que negociar en todas direcciones en las últimas semanas para conseguir el apoyo de varios grupos regionalistas, cuyos votos son cruciales en un Parlamento muy fragmentado.
En particular, tuvo que convencer al partido del separatista catalán Carles Puigdemont, líder del intento de secesión de Cataluña en 2017, que huyó a Bélgica hace seis años para escapar de los procesos judiciales en su contra.
Después de aceptar apoyar a Sánchez tras intensas negociaciones, obtuvo, a cambio de los votos de los siete diputados de su partido, la inminente aprobación de una ley de amnistía para cientos de separatistas perseguidos por el Departamento de Justicia. Una medida que le permite regresar a España.
cerrar las heridas
Pedro Sánchez presentó a los diputados las prioridades de su nuevo mandato, claramente marcado en la izquierda con numerosas promesas sociales, y defendió el miércoles la necesidad y constitucionalidad de esta amnistía, a la que sin embargo se opuso en el pasado.
Esta medida permitirá «curar las heridas» abiertas por la crisis de 2017, afirmó el presidente del Gobierno, asegurando que quería «garantizar la unidad de España a través del diálogo y el perdón».
El Partido Popular (PP) de Feijóo acusa al socialista de ceder con el único fin de mantenerse en el poder y plantea el riesgo de que España se encuentre en el punto de mira de la UE, como Hungría o Polonia, como consecuencia del ataque a la UE. Según él, esta medida constituye un estado de derecho.
La amnistía “socava nuestra reputación internacional y nuestra democracia”, denunció Feijóo al salir de la sala.
A petición del PP, cientos de miles de personas salieron este domingo a las calles de todo el país para decir ‘no’ a esta medida que, según diversas encuestas, es rechazada por la mayoría de los españoles.
Está prevista una nueva movilización en Madrid el sábado.
Nuevas escaramuzas
Las manifestaciones diarias de la extrema derecha frente a la sede del Partido Socialista en Madrid también han degenerado periódicamente desde la semana pasada. Quince personas más fueron arrestadas por alterar el orden público después de nuevos enfrentamientos con la policía el miércoles por la noche, informó la prefectura. Casi 4.000 personas se manifestaron el jueves por la noche, según un informe preliminar de la prefectura.
Debido a estas tensiones, más de 1.600 agentes de policía fueron desplegados el miércoles y jueves para proteger el Parlamento, que estaba completamente cerrado. Un sistema equivalente al de un partido de fútbol catalogado como de alto riesgo.
En este contexto, Sánchez ha pedido a la oposición «que no aproveche esta situación para incendiar las calles».
Mertxe Aizpurua, representante de Bildu, advirtió que el voto favorable de su partido, al que se considera heredero del escaparate político de la organización separatista vasca ETA, es una señal de que la heterogénea mayoría que apoya al socialista será inestable. «un cheque en blanco».
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