Principios de julio, en la web de la revista. Naturaleza, un artículo científico anuncia nuevas revelaciones sobre el ‘Hombre de Marfil’. El individuo, cuyos restos de la Edad del Cobre fueron descubiertos en 2008 en Valencina de la Concepción, España, fue enterrado con lujoso ajuar funerario en un lugar apartado a casi 80 metros de una tumba compartida.
Los arqueólogos deducen que ocupaba un alto rango en su comunidad. Hoy nos enteramos que este alto personaje era una mujer. Estudios recientes también nos dicen que el entierro compartido también contenía valiosos muebles funerarios y albergaba a una gran mayoría de mujeres. En comparación con otros yacimientos excavados en la región, parece que nadie ha alcanzado nunca tal posición social durante este período, estima el equipo de Marta Cintas Peña, de la Universidad de Sevilla.
Este estudio es sólo el último ejemplo de cómo corregir errores de interpretación. [récemment entrepris dans le monde de l’archéologie]. Antes ya existía el ‘guerrero’ vikingo de Birka, Suecia. Enterrado con un hacha, un cuchillo, flechas, dos caballos y muchas otras riquezas, el individuo, descubierto en 1941, se presentó como un hombre. Para sorpresa de todos, seis años de análisis de ADN revelaron que este guerrero era en realidad un guerrero.
Una identificación compleja
¿Cómo explicar tal error? Primero, porque los esqueletos masculinos y femeninos son esencialmente iguales. Los de los hombres son generalmente más grandes, están formados por huesos más gruesos y están mejor desarrollados en términos de inserción muscular.
También pueden darse sutiles diferencias a nivel de la pelvis: la de las mujeres es más ancha y ligeramente inclinada hacia adelante, pero no de forma característica. Parece que las entregas pueden ser complicadas
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