La turbera es una zona pantanosa colonizada por un tipo de musgo, el musgo sphagnum. Cada año, la turba muere y es reemplazada por una nueva capa de turba que cubre la anterior. La turbera es la suma de estas varias capas de turba muerta y sedimentos terrestres arrastrados por la escorrentía. Las turberas son los mejores sumideros de carbono de la Tierra, después de los océanos pero antes que los bosques. También son hermosos filtros de agua, que promueven la riqueza de la biodiversidad. Allí proliferan libélulas, caballitos del diablo, mariposas, efímeras y escarabajos acuáticos, además de un pequeño mamífero de larga trompa: el desmán de los Pirineos. Y muchos profesionales conciencian al público sobre los temas de la naturaleza, su riqueza y rareza. Dentro de una reserva como esta, todas las personas que trabajan allí –propietarios, guardabosques, criadores, pastores– trabajan de la mano para preservar el medio ambiente y gestionar el área en las mejores condiciones de conservación. Ha pasado mucho tiempo desde que entendimos que drenar los humedales para crear zonas cultivables es un verdadero sacrilegio para la naturaleza. «La naturaleza está bien hecha. Es cuando interferimos con ella que las cosas van mal» señala Loïc.
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