En Málaga, Picasso ya no reconocería su lugar de nacimiento

Las brasas rojizas se acumulan en viejos botes de madera de colores en la playa en el distrito de El Palo de Málaga. Lo tradicional espetos Las sardinas, estos típicos pinchos que durante mucho tiempo han sido imagen de la ciudad andaluza, situada en el extremo sur de España, se asan allí a la brasa y desprenden un aroma fuerte y seductor. Este plato tradicional se remonta al siglo XIX.mi siglo, cuando el barrio muy pobre vivía principalmente de la pesca.

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Sentados en la arena, a la hora de la puesta del sol, de espaldas a las viejas casas bajas, mucho tiempo en ruinas y cada vez más renovadas por compradores adinerados y en su mayoría extranjeros, los malagueños aún disfrutan de ella, mirando al mar, pero también turistas, expatriados europeos y otros nómadas digitales. No hace mucho se podía encontrar por 2 euros. Ahora tenemos que contar dos veces. Y más del triple a medida que te acercas al centro de la ciudad, donde los turistas y los nuevos residentes han hecho subir los precios.

Una cabaña equipada con un barco de pesca de sardinas.
Un barco de pesca se utiliza para las sardinas

Según el portal inmobiliario Fotocasa, entre enero de 2022 y enero de 2023 los alquileres han aumentado un 31% en la ciudad mediterránea -la mayor subida de España- y superan de media los 15 euros el metro cuadrado de los pisos modestos (17 euros en Palo , 19 euros en el Centro). Es cierto que el salario medio ha aumentado un 14% desde 2017, pero sigue estando 3.000 euros por debajo de la media española de 18.100 euros al año. Demasiado bajo, en cualquier caso, para una ciudad cada vez más popular, donde la oferta de vivienda es cada vez menor: el número de viviendas en alquiler caerá un 27% en 2022.

«Pareceremos Torremolinos»

“Málaga está de moda”, resumen los habitantes, como si eso fuera suficiente para explicar las transformaciones, los éxitos, pero también los males que sufre la ciudad. Como si también esperaran que, como toda moda, ésta fuera pasajera.

«La gente se ha dado cuenta de que vivimos en el mejor lugar del mundo, dice Paco Leal, hijo de pescador y ex florista de 77 años, por las fotos en blanco y negro que cuelgan de las paredes de la junta de vecinos, testimonio de un pasado pasado. Cuando nací aquí, solo había casas de madera. Ni siquiera teníamos agua corriente. Así que las sardinas a la brasa, no era para morirse de hambre… Ahora todo es demasiado caro. »

“Muchos extranjeros han venido a Palo a instalarse. Muchos se involucran en el barrio, pero otros invierten en alojamiento turístico. El barrio no se beneficia de este dinero, los negocios cierran a favor de los bares ruidosos. Terminaremos pareciéndonos a Torremolinos”lamenta Mercedes Pirez, presidenta de la asociación de vecinos de El Palo, refiriéndose al masivo balneario de la Costa del Sol.

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Flavio Lizana

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