José Antonio Martínez Lara tiene 49 años, y mientras instala las tuberías de riego entre sus viñas, piensa que ya ha vivido esta situación, que acabará muy mal. Su padre, Patricio, de 75 años, está al volante del tractor. Se niega a quedarse en casa después de toda una vida de arar esta tierra. Su nieto de 17 años los observa desde lejos. Su nombre también es José Antonio, aún no había nacido durante la última gran sequía.
Los Martínez están tratando de salvar estas hectáreas de viña a través del riego por goteo. En efecto, en el municipio donde se ubican, Tomelloso, en la provincia de Ciudad Real [en Castille-La Manche, au sud de Madrid]hace ciento treinta y cuatro días que no llueve [à la date du 27 avril]. Y acaban de perder toda la cosecha de cereales, se evaporaron 25.000 euros. En el lugar donde menos ha llovido este año, los habitantes, en su mayoría agricultores, viven mirando el cielo. Están en el epicentro de la sequía en España.
Tomelloso tiene 36.000 habitantes, más de 23.000 hectáreas de viñedos, además de plantones de cebada, plantaciones de olivos y almendros y unos cuantos melones. En este pueblo que alberga la cooperativa vitivinícola más grande del mundo, la de la Virgen de las Viñas, con cerca de 3.000 socios, se decía que la vid borraba deudas. Cuando la cosecha era buena, Tomelloso rebosaba de prosperidad: se compraban solares para edificar, se cambiaba maquinaria agrícola. Tan pronto como llegamos aquí, sentimos que había dinero. Pero hoy, en este seco martes de abril, no es la misma historia.
«Es el golpe final»
El presidente de la cooperativa, Rafael Torres, se dice «extremadamente preocupado, la situación en el campo es francamente mala». Después de los sobresaltos de la pandemia y la guerra en Ucrania, que encarecieron los costos –fertilizantes, diésel, fitosanitarios–, sólo faltó la sequía. «Es el golpe final», resume José Antonio Martínez, desde su viñedo a las afueras del pueblo.
Últimamente no ha llovido ni una gota sobre esta tierra árida de La Manche. Una región tan acostumbrada a la escasez de lluvias que la variedad de uva autóctona Airén, que se utiliza principalmente para producir vino blanco, tiene más que ninguna
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