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Al final de las últimas elecciones parlamentarias de España, el rey Felipe VI se quedó quieto y pidió al líder de la derecha, que llegó primero, que formara gobierno. Un modus operandi democrático que podría servir de modelo al presidente francés.
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Por una vez, España puede servirnos de ejemplo a seguir. En el fútbol ya, pues el reino ibérico nos ha dado dos problemas este verano. Pero también en política. Allí las instituciones están sujetas a un régimen parlamentario. No como en Francia, donde la Quinta República se define como un régimen semipresidencial. Resultado: al otro lado de los Pirineos, el rey es jefe de Estado y según el artículo 56 de la Constitución española «Es el árbitro y moderador del funcionamiento regular de las instituciones». En Francia, el presidente es también jefe de Estado y, según el artículo 5 de la Constitución francesa, es “garantiza, mediante su arbitraje, el funcionamiento regular de los poderes públicos y la continuidad del Estado”.
“Gobierno de sus sueños”
Hace exactamente un año, España votó en la ocasión
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