Cadaqués, 23 de agosto de 2023
Queridos lectores,
Te escribo esta carta desde España, donde pasamos unos días con Yanis para escapar del aire parisino. Estamos en la costa este que, como muchos lugares del Mediterráneo, me recuerda a Crimea, con el olor a pinos aplastados y el mar chispeante. Pienso en los tártaros de Crimea, víctimas de la operación de limpieza étnica de Stalin en 1944 y, en muchos casos, deportados a Uzbekistán. No poder volver a casa, estar desarraigado, ¿cómo se vive eso? No sé qué sería de mí si no pudiera regresar a mi país, si no tuviera a dónde llamar. » Mi casa «, «mi pais». A mediados de la década de 1980, a los tártaros de Crimea se les permitió regresar a sus hogares, pero hoy son nuevamente reprimidos y perseguidos. Hay poca información al respecto, pero según los activistas tártaros, son los rusos. [Olga et Sasha ont choisi de ne pas mettre de majuscule à « poutine », « russe » et « russie »] han seguido una política de persecución de los tártaros en Crimea desde su anexión en 2014 y han movilizado a muchos de ellos en su ejército.
Aprovecho para recomendar la cocina tártara. Especialmente los famosos chebourek, tipos de enormes ravioles fritos rellenos de cordero. O el Birmania, un pastel de carne enrollado en forma de caracol. Lo comí mil veces en Crimea y Kiev. [Kiev, en ukrainien]. Yanis también es fanática de ello.chebourek, AHORA.
Intento ser positivo, hay una noticia que quiero compartir con vosotros: ¡los comandantes de Azov han vuelto al frente! Tras ser capturados por los rusos tras la caída de Mariupol, pasaron meses en Turquía y permanecerían allí hasta el final de la guerra, pero Erdogan les permitió regresar a Ucrania. Y se dirigieron muy rápidamente a su batallón.
Sasha debía venir en septiembre, para la publicación del libro que reúne las semanas de nuestro diario que apareció en las páginas de M La revista del mundo desde el comienzo de la guerra y durante un año. Pero ella canceló este viaje. Me habría alegrado mucho que estuviera aquí, pero me siento cansada. Entiendo que ella no quiera repetir este viaje agotador y costoso.
He hablado con mi padre varias veces en los últimos días. Pocas veces lo he sentido tan desmoralizado. Me dice que los ucranianos estamos atrapados entre el frente y los ataques con drones y que del otro lado están Europa y Estados Unidos suministrando armas, sí, pero a su propio ritmo. Y este ritmo es lento, muy lento. Conozco Europa, su burocracia, pero cuando abro Facebook, mi cuenta está llena de fotografías de hombres muertos en el frente y de niños asesinados por misiles rusos. La cantidad de personas que estamos perdiendo nos hace ser muy pesimistas. ¿Vamos a sacrificar a una generación entera?
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«Gurú de las redes sociales sin disculpas. Lector general. Especialista en cultura pop incurable».