Uno de los efectos directos del último giro español en el Sahara es que enfatiza un nivel sin precedentes de aislamiento y soledad argelina. Argel, obstinado padrino de los separatistas del Polisario, sigue navegando a contracorriente de la historia, la geografía y la diplomacia mundial.
La gira anunciada por el Magreb y Oriente Medio a finales de marzo por parte del secretario de Estado estadounidense, Anthony Blinken, debería ayudar a clarificar posiciones y crear nuevas articulaciones ante los últimos grandes cambios de esta crisis.
Tanto es así que cuando Anthony Blinken discuta esta crisis regional con los funcionarios argelinos durante su gira, tendrá ante sí un poder que se quedará sin argumentos, acurrucado en su único odio atávico hacia su vecino marroquí. Su apoyo a las milicias separatistas no tiene otro objetivo que debilitar a Marruecos y perpetuar la tensión en la región.
Mientras tanto, el régimen argelino ya no sabe a dónde ir, inmerso como está en una contradicción de actitudes y actitudes. Por un lado, predica en todos los foros internacionales que no tiene ningún interés en este dossier, por otro, convoca de urgencia a su embajador en Madrid tras la carta de apoyo a la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara, dirigida al rey Mahoma por el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez VI.
El efecto bola de nieve en el escenario europeo que siguió al giro español subrayó la gran soledad argelina. Muchos países han confirmado su apoyo y adhesión a la opción de autonomía propuesta por Marruecos.
Después de los Estados Unidos, el mundo árabe, el. Naciones Unidas, los países de la Unión Europea validan el enfoque marroquí. Efecto inmediato: El régimen argelino, que durante mucho tiempo se escondió tras engañosos pretextos para no asumir su responsabilidad, se encontró en la situación de un conejo atrapado.
Si bien Argel reconoce a nivel político y diplomático que ha perdido, como sugieren los largos silencios y las reacciones epidérmicas del llamamiento de su embajador en Madrid, los medios están fuertemente encerrados en una lógica autista. Esta negativa a afrontar la realidad va acompañada de un deseo de perpetuar quimeras y mentiras.
La soledad del régimen también se refleja en su incapacidad crónica para organizar la cúpula de la Liga Árabe. Programada básicamente para el 1 de noviembre con la idea de vincularla a un evento nacional, esta cumbre aún no está garantizada en Argel. Tal es la desconfianza de los países árabes hacia un régimen argelino con estados de ánimo fluctuantes e inestabilidad crónica.
Sin duda, estos cambios de humor hicieron que las autoridades españolas perdieran crédito al ver la ligereza con la que este régimen manejaba un asunto tan importante y estructurante para la paz en la región como el comercio y la distribución de gas.
Ante esta situación, una preocupación creciente anida en la mente de las personas. Y si este régimen argelino, atascado por todos lados, no responde con la inteligencia que la situación exige, ¿quizás deberíamos temer provocaciones por su parte para intentar tirar las cartas y revolver nuevas alianzas? Provocaciones directas o subcontratadas a las milicias armadas del Polisario.
Esta preocupación es ampliamente compartida por muchos círculos de pensadores que ven en la estampida de obstinación militar de este régimen una prueba inevitable. Refleja la incapacidad de este régimen militar argelino para cambiar su dogma fundamental, el de un factor permanente de división e inestabilidad, impulsado por un deseo de poder y dominación en gran parte fantaseado.
Más que nunca y porque la suprema soledad que han vivido las autoridades argelinas puede provocar descarrilamientos incontrolados, los aliados europeos, americanos y árabes, todos preocupados por las posibles evoluciones, deben darle un discurso veraz sobre su percepción de los nuevos informes. bajo pena de muerte al margen de la comunidad internacional.
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