España sigue sumida en la incertidumbre política y en unos días un nuevo plazo determinará si el país girará hacia la derecha o seguirá gobernado por los socialistas. Cabeza a cabeza por el liderazgo, Alberto Núñez Feijóo y Pedro Sánchez no son quienes tienen la varita mágica…
A pesar de su victoria en el papel, el Partido Popular (PP), la derecha española, no logró obtener los escaños necesarios en el Congreso para facilitar la formación de una mayoría. El único aliado del partido de derecha, el partido de extrema derecha Vox, obtuvo sólo 33 escaños, de un total de 169 escaños.
Seguimos lejos de los 176 diputados de los 350 que componen el Congreso de los Diputados (cámara baja del Parlamento español), que permitirían al líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, convertirse en el jefe del nuevo gobierno español.
Sin embargo, el rey Felipe VI tuvo que dar instrucciones al líder de la derecha para formar gobierno, ya que este último obtuvo la mayor cantidad de escaños en las elecciones parlamentarias. Pero la tarea le resulta extremadamente difícil.
La próxima semana, 26 y 27 de septiembre, tendrán lugar importantes actos que marcarán la toma de posesión de Alberto Núñez Feijóo o la de Pedro Sánchez, actual jefe de Gobierno interino.
Para Marruecos, una victoria de Pedro Sánchez sería mucho más apreciada, sobre todo teniendo en cuenta la nueva relación bilateral establecida bajo su gobierno. En cuanto a Alberto Núñez Feijóo, el líder del PP no ocultó su intención de acercarse a Argelia y mostró una clara ambigüedad sobre la cuestión del Sáhara (sin duda por motivos electorales, n.d.), aunque el líder de la diplomacia española, José Manuel Albares, indicó que la posición española sobre el Sáhara era una “posición de Estado”, que no permite volver al pasado.
Por tanto, a finales de este mes, Feijóo tendrá que comparecer ante los diputados españoles para pedirles su candidatura, salvo que no obtendrá la mayoría absoluta en la primera vuelta, como exige el sistema político español, lo que seguramente abrirá la camino a una segunda ronda de votaciones el 29 de septiembre.
Los bloques de izquierda y derecha están cabeza a cabeza con sólo un voto de diferencia, 172 delegados para el bloque de derecha y 171 para el bloque de izquierda, respectivamente. Sin embargo, sumando los dos, las 350 plazas no están completas y, por tanto, son las 7 restantes las que marcarán la diferencia.
Estos siete escaños lucen los colores de los separatistas catalanes, los mismos que organizaron un referéndum de independencia en 2017 y cuyos líderes fueron condenados por sedición. Hoy, los separatistas están representados por el partido “Junts per Catalunya” (Juntos por Cataluña), fundado en 2020 y unido en torno a Carles Puigdemont, condenado por la justicia española.
Los separatistas nunca votarán por la derecha Feijóo, lo que le impedirá llegar al poder, y según las estimaciones parece que el Rey de España ordenará a Pedro Sánchez formar gobierno.
También en este caso la tarea sigue siendo complicada para el líder de los socialistas, que técnicamente tendrá que lidiar con un gobierno que incluye a los separatistas. Corre el riesgo de verse debilitado por un margen de maniobra extremadamente reducido o incluso por la incapacidad de gobernar.
A esto se suma la lista de demandas de los separatistas catalanes que piden una amnistía general (para permitir a Carles Puigdemont entrar en España sin ser detenido), algo imposible según la Constitución española.
El gobierno de Sánchez ya ha concedido muchas cosas a los separatistas catalanes, sobre todo en materia de lengua catalana, pero también ha indultado a quienes sólo han sido condenados; sus términos no negociables son imposibles de aplicar. Carles Puidgemont agradeció el esfuerzo de Pedro Sánchez, pero dejó claro que «no fue suficiente».
El futuro del Gobierno español dependerá, por tanto, de Carles Puigdemont. Independientemente de si acepta o no unirse al bloque de izquierda, si no se forma gobierno en un plazo de dos meses (exactamente el 27 de noviembre), el país tendrá que someterse a nuevas elecciones el 14 de enero, tras la disolución de los Dormitorios.
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