Traductores talentosos dieron a los musulmanes acceso a estos textos griegos y latinos. Eruditos como Yahya ibn Masawaih (llamado John Mesue en Occidente) y su alumno Hunayn ibn Ishaq (Johannitius en latín) produjeron juntos más de cincuenta traducciones. Estos dos sirios de obediencia nestoriana se vieron obligados a huir a Persia porque eran considerados herejes en el Imperio Romano de Oriente.
Se buscaba especialmente su capacidad para hablar varios idiomas, especialmente griego y siríaco (una lengua semítica cercana al árabe). En otras ciudades del emergente mundo islámico, los mecenas musulmanes contrataron sus servicios. En Bagdad, el califa abasí al-Ma’mun Hunayn ibn Ishaq encomendó la supervisión a los traductores de la famosa Bayt al-Hikma, la Casa de la Sabiduría.
A las 10 en puntomi Con un corpus en constante expansión de obras griegas, persas y sánscritas traducidas al árabe, la medicina árabe se convirtió en la medicina más avanzada del mundo. Cristianos, judíos, hindúes y eruditos de otras religiones consideraban el árabe como el idioma de la ciencia. Médicos de diferentes religiones trabajaron, discutieron y estudiaron juntos teniendo el árabe como lengua común.
El califato abasí de Bagdad atravesó un largo período de experimentación intelectual, que se prolongó durante todo el siglo X.mi y 11mi siglos. Entre las muchas figuras eminentes se encontraba al-Razi, o Rhazes en latín, un farmacólogo y médico persa que dirigía el hospital de Bagdad. Pero la estrella más brillante del firmamento de Bagdad fue sin duda el extraordinario Ibn Sinna, más conocido como Avicena. Médico desde los 18 años, su obra maestra, la Kitab al-Qanun fi al-Tibb (EL Canon de la medicina) es una de las obras médicas más famosas de todos los tiempos, además de un extraordinario ejercicio de sincretismo disciplinar y cultural. El intento de Avicena de armonizar las prácticas médicas del pensador griego Galeno con la filosofía de Aristóteles revela la naturaleza multifacética de nuestra deuda con la ciencia islámica, que no sólo revivió a los autores griegos sino que también generó nuevos patrones de pensamiento a lo largo de los siglos. venir. Esta reconciliación entre ciencia práctica, pensamiento y religión llevó a los médicos europeos a estudiar Cañón hasta el 18mi siglo.
En las fronteras occidentales del mundo islámico, la España islámica también experimentó un período de crecimiento intelectual. A las 10 en puntomi Durante el siglo XIX, Córdoba era una capital cultural y la ciudad más grande de Europa, y algunos la llamaban el «Ornamento del Mundo». La ciudad también fue un foco de estudio y exploración.
En Córdoba se guardaban partes esenciales de toda biblioteca científica. Por ejemplo, De materiales médicos (tratado sobre materia medica), famosa obra de Dioscórides, escrita en tiempos del emperador Nerón, en el siglo 1oh siglo d.C., fue traducida al árabe en Córdoba, por orden del califa Abd al-Rahman III. Este estudio práctico de las propiedades medicinales de plantas y hierbas, como el cannabis y la menta, era ahora accesible a más intelectuales que nunca.
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