El Papa prohibió las corridas de toros en toda la cristiandad

Desde su nacimiento, las corridas de toros han suscitado oposición e intentos de prohibirlas. ¿Por qué razones?

Las corridas de toros, desde su origen, han sido espectáculos controvertidos que han despertado grandes pasiones, pero también duras…

Desde su nacimiento, las corridas de toros han suscitado oposición e intentos de prohibirlas. ¿Por qué razones?

Las corridas de toros han sido espectáculos controvertidos desde su origen que han despertado grandes pasiones pero también duras críticas. Quizás ser público y espectáculo de masas haya influido en este largo debate. El punto es que los argumentos en contra han evolucionado con el tiempo, aunque algunos se han mantenido.

La Iglesia Católica y el mismo Papa estaban entre sus más feroces oponentes. Por qué ?

De hecho, las primeras voces críticas aparecieron dentro de la iglesia. En 1567, mediante una bula, la famosa «De Salute Gregis», el Papa Pío V prohibió las corridas de toros en toda la cristiandad y amenazó con excomulgar a todo aquel que organizara o participara en festejos taurinos (1). El argumento era fundamentalmente humanista: el hombre estaba poniendo en peligro su vida sin razón justificable. Porque no se considera legal el hecho de que los toreros se ganen la vida de esta manera. Además, la Iglesia tiene una visión vaga de las urgencias morales que surgen de la cercanía entre hombres y mujeres de anteojos propensa al desorden y, en cierto modo, incontrolable.

Los argumentos de la época de la Ilustración (la Ilustración), y posteriormente los de la generación del 98 (2), atacan la tauromaquia con diferentes argumentos. Qué son ?

A finales del siglo XVIII, la tauromaquia tomó un nuevo embate. Esta vez, en un ambiente laico y liberal, los argumentos cambian. Por lo tanto, se aducen principalmente razones económicas, sociales y laborales. Para los ministros y estadistas de la época, las corridas de toros eran perjudiciales para la economía del país, ya que se reservaban grandes extensiones de tierra solo para los toros bravos en detrimento de cultivos más productivos. Los ganaderos también preferían criar toros para las corridas, ya que eran más rentables que los bueyes en la ganadería convencional. Desde el punto de vista del trabajo, la pasión de la gente era tan grande que muchos trabajadores abandonaban sus actividades para asistir a espectáculos en los que gastaban gran parte de su salario. Finalmente, en el ámbito social, los 98 hombres vincularon la decadencia de España con la fiesta, lo que, a su juicio, incitaba a los hombres a abstenerse de reflexionar sobre los graves problemas del país y buscar sólo soluciones prácticas con el único objetivo de evadirse durante las fiestas.

A pesar de todos estos esfuerzos, la tauromaquia ha sobrevivido. ¿No es increíble?

Sí, es que todos los argumentos han sido refutados en su momento, provocando polémicas de altos vuelos. La prohibición papal de Pío V suscitó un debate intelectual de alto nivel en la Universidad de Salamanca sobre la legalidad de las corridas de toros. En definitiva, la opinión de quienes pensaban que estas manifestaciones no provocaban tantas muertes como se afirmaba, se debía a la profesionalidad de los toreros que eran personas preparadas para su oficio. Además, la polémica sirvió para la evolución del espectáculo desde el punto de vista de la seguridad y dio lugar a nuevas medidas como la construcción de toriles, burladeros o talanquères para el público. La crítica a los ilustrados también ha suscitado interesantes debates en las más altas instituciones del Estado. Por ejemplo, en el Consejo de Castilla. Allí, los agricultores pudieron demostrar los beneficios económicos del cultivo del toro bravo y los escasos daños que provoca en la agricultura y la ganadería. A pesar de todo, Carlos IV prohibió las corridas de toros en España en 1805. Sin embargo, el público era tan numeroso y la afición tan grande que al final de la Guerra de la Independencia se volvieron a celebrar corridas de toros. Y a pesar de la vigencia de la cédula real de 1805, nadie se atrevió a volver sobre el tema.

Hoy llega el ataque de los defensores de los animales. ¿Crees que la tauromaquia puede desaparecer esta vez?

El toreo sigue despertando grandes pasiones, transmitiendo sensaciones y emociones difíciles de explicar. Está especialmente vivo en el campo, donde la relación con los animales se vive de forma tradicional. Los espectáculos taurinos siguen formando parte de las fiestas más importantes y son el origen de la tauromaquia. En esto es difícil desarraigar. En el mundo urbano, la relación con los animales es de otro tipo: se basa en la relación con las mascotas. El toro bravo es otra cosa, vive libre en la dehesa hasta que, como todo ganado, llega la hora de la muerte, que recibe en una plaza al final de un rito de honda raigambre cultural. Creo que es difícil hacer que desaparezca, aunque cada vez es más difícil de entender. La conciencia tiene que suceder.

Los defensores de los toros hablan de libertad o tradición, pocos derechos. ¿Son estos los argumentos correctos?

La libertad es un derecho y también lo es el acceso a la cultura. Los toros, nos gusten o no, forman parte de nuestra cultura, son una creación popular que se transmite de generación en generación. Algunas leyes así lo reconocen y por lo tanto este bien cultural debe ser protegido. Solo las personas que lo hicieron pueden decidir libremente su futuro. Él es quien tiene la última palabra.


Beatriz Badorrey Martín es doctora en derecho.

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Martita Jiron

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