España: la derecha avanza en el desprestigio de la izquierda

El principal partido de gobierno, el Partido Socialista (PSOE), perdió más de 400.000 votos en todo el país. Su aliado Podemos, el partido de Pablo Iglesias, desaparece de los ayuntamientos de Madrid y Valencia, capital y tercera ciudad del país respectivamente, y de cinco gobiernos regionales que compartía con los socialistas. La derecha va al alza, con más de 700.000 votos a favor del Partido Popular (PP), que, sin embargo, no recupera sus niveles históricos de 2011. que gobierne en casi todas las regiones, siempre que encuentre alianzas con el partido de extrema derecha Vox, que sigue creciendo.

Ante la debacle, el jefe de Gobierno socialista Pedro Sánchez anunció elecciones parlamentarias anticipadas para el martes 30 de mayo. Si bien las numerosas alianzas y reordenamientos de la «izquierda de la izquierda» dificultan las comparaciones, está claro que Podemos paga tanto como el PSOE por su gobierno de cuatro años. Durante estos cuatro años, la clase obrera, golpeada por la crisis económica agudizada por la pandemia, ha esperado en vano que la izquierda entregue las soluciones milagrosas prometidas. El «gobierno más progresista de la historia» no ha logrado resolver la crisis de la vivienda, que empeoró después del estallido de la burbuja inmobiliaria en 2008, a pesar de las promesas de decenas de miles de unidades de vivienda social adicionales. No logró evitar la caída de los salarios reales que devoraba la inflación, a pesar de la revaluación fanáticamente anunciada del salario mínimo. En cuanto a la precariedad laboral, la invención de un nuevo CDI con descuento ha aumentado el número de empleados fijos, pero sin protegerlos de la precariedad.

La cúspide de la hipocresía, el «diálogo social», ha permitido recientemente llegar a un acuerdo entre sindicatos y gobierno sobre las pensiones… sin cuestionar el aplazamiento de la edad legal a los 67 años, e incluso acelerando su aplicación. Finalmente, muchos exvotantes de Podemos, aunque no se hacían muchas ilusiones sobre la mejora de su suerte, todavía esperaban la derogación de las medidas represivas tomadas por la derecha contra el movimiento Indignados de 2011, la famosa Ley Mordaza (la «ley mordaza»). Fueron a su costa.

La decepción hará que muchos votantes de izquierda se abstengan. Sin embargo, el gobierno de Pedro Sánchez solo ha hecho su trabajo, alineando miles de millones para las grandes empresas durante la pandemia, aumentando drásticamente el presupuesto militar para ayudar con el rearme general y enviando policías blindados contra los trabajadores siderúrgicos en huelga en Cádiz, en 2021. Su trabajo es desmovilizar a las clases populares. ya los trabajadores presentándose como la cúspide de su lucha, para luego hacerles tragar tragos cada vez más amargos en momentos en que la derecha ha sido desacreditada por casos de corrupción.

La izquierda gobernante, socialdemócrata o ‘radical’, lo pagó con un golpe electoral. Para los trabajadores, las consecuencias de esta política se sumarán ahora a la soberbia redescubierta de la derecha amplificada, apoyada en una nostalgia ultraderechista del franquismo. Frente a los empresarios a la ofensiva, tendrán que confiar únicamente en su beligerancia y conciencia de clase, y desde luego no en los políticos aterrorizados que proponen poner una moneda en la máquina de las ilusiones con un nuevo sindicato de izquierda.

Reyes Godino

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