Onet-le-Château. Los ciclistas regresaron de España

lo necesario
Siguiendo un ritual establecido desde hace muchos años, el APC (Convenio para el Fomento de la Ciclismo) pasa por los Pirineos para su tradicional estancia ibérica.

Si bien era habitual concertar una cita con el sol, este año no fue del todo así. De camino a Arglès, una treintena de ciclistas Apecist y Laissagais subieron a las montañas para recorrer la costa Vermeille y sus paisajes sublimes pasando por Collioure, Port-Vendres, Banyuls, Cerbère y Portbou. Es cierto que a veces un fuerte viento obstaculizaba el progreso, pero esta batalla contra Eolo se vio compensada en gran medida por el placer de seguir el mar, a través de estos pintorescos pueblos y de los escarpados viñedos que desembocan en el Mediterráneo. Tras cruzar los Pirineos no nos quedó más que prolongar la carretera hasta Empuriabrava, localidad costera y de vacaciones. Para el segundo día, el plato fuerte de la estancia, estaremos de acuerdo en que el tiempo no iba a dejar fuera a ningún ciclista, pero aún quedaba un pequeño grupo de «incondicionales» que se lanzaron a luchar contra los elementos durante casi 80 km. : bien hecho por ellos. En cuanto a los demás, un paseo por la playa ayudó a compensar su frustración.

Por la noche, en el restaurante, antes de sentarse a cenar y en torno a una sangría, se celebró una ceremonia espontánea de entrega de medallas a las principales figuras del club, pero también a sus amigos de Laissagais, muy apreciados por su espíritu deportivo.

El domingo, tercer y último día, por fin volvió el buen tiempo y los tres grupos pudieron disfrutar poniendo punto y final a esta estancia ibérica, aunque no del todo idílica.

Anita Valverde

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