Al igual que el universo en expansión, nuestro espacio público está en constante expansión y cambio. Es natural e incluso gratificante que los candidatos presidenciales adopten las últimas innovaciones para llegar a sus votantes potenciales. En 2022, la plataforma Twitch y la red social TikTok serán los últimos shows donde nos expongamos, si queremos casarnos con los códigos del momento. En Twitch, los usuarios de Internet pueden chatear en vivo con el candidato. En TikTok necesitamos mostrarnos de una manera más íntima, hacer reír a la gente, emocionarnos. La ligereza es esencial para ambos.
Oh, claro, nadie se quejará de que en estos tiempos de epidemias, pases y metros de salud, la tecnología está tomando el relevo de los encuentros de carne y hueso. Bueno, bajo algunas condiciones. El drama sería que estos nuevos espacios ayuden a completar el proceso de relegación de la política al entretenimiento. Otro escollo: hacerte creer que habría más cercanía o sinceridad, cuando no es más que un nuevo vector comunicativo. Los candidatos tienen razón al invertir en estas plataformas, si es para atraer a los millones de franceses, especialmente jóvenes, que se abstuvieron en las últimas elecciones. Es honorable, pero insuficiente. Sin un trabajo sustantivo, estas campañas virtuales corren el riesgo de producir solo votantes virtuales.
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