¿Una espina en la carne en las relaciones marroquíes-españolas?

Las relaciones entre España y Marruecos, bajo el impulso del presidente del Gobierno español, atraviesan un momento de buen entendimiento. Los funcionarios de ambos países coinciden en que todo está bien en todos los aspectos. Así, desde el cambio de posición de España sobre el tema del Sáhara Occidental, se han incrementado las visitas de altos cargos de los dos países, así como los acuerdos de cooperación. Sin embargo, un nuevo elemento podría convertirse en una espina en el costado de este acuerdo.

Por ejemplo, el 14 de febrero, el Congreso español aprobó el proyecto de ley del partido Unidas Podemos («Unidos Podemos» es una coalición electoral española) para otorgar la nacionalidad española a los saharauis nacidos antes de 1976. Por tanto, esta propuesta será discutida por los diputados españoles con vistas a su aprobación. Durante la votación de la propuesta, solo 118 diputados del PSOE (partido del actual presidente del Gobierno español) la rechazaron. Este partido en el poder en España ha defendido así su posición de apoyo a la iniciativa para la autonomía del Sáhara bajo soberanía marroquí.

Esta posición del gobierno es, pues, una vez más cuestionada. La concesión de la nacionalidad española a los saharauis es un interrogante sobre la marroquinidad de este pueblo. En España, el partido gobernante está luchando especialmente con su aliado marroquí. Marruecos, por su parte, está «conmocionado» por esta medida. Para el reino, «intentar asimilar una población» es un atentado contra el derecho internacional. Excepto que las mismas acusaciones se aplican al reino que hasta ahora se ha negado a implementar las resoluciones de la ONU que también se rigen por el derecho internacional. Este es el derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui.

Para Marruecos, es una injerencia en sus asuntos internos. «El proyecto de ley aprobado por el Congreso español está motivado por la codicia de la posición geoestratégica de Marruecos como puerta y paso marítimo hacia y desde su propio continente de África, América, Europa y Asia», acusan los observadores marroquíes, que sospechan de los partidos políticos que aprobaron bien el texto «para esconder sus largos dientes bajo el pretexto de enmendar una injusticia del pasado para asimilar a los marroquíes y gobernarlos como si Sebta y Melilia fueran sólo una piedra en el zapato de las relaciones hispano-marroquíes».

La luna de miel entre Marruecos y España puede, por tanto, llegar a su fin. El gobierno español, principal aliado del reino de Cherifian, no puede subyugar a los demás partidos españoles que no comparten su visión sobre la cuestión saharaui. Una nueva crisis asoma en el horizonte entre España y Marruecos, que indirectamente se disputan la soberanía sobre un pueblo que lucha desde hace décadas por su autodeterminación.

Alarico Orozco

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